lunes, 28 de noviembre de 2011

Maestros

MAESTRO…


Me encanta esta palabra, sí, ya lo sé, tiene
varias acepciones, pero con ella, siempre me
he imaginado a una persona apasionada por
su trabajo, que pasa mucho tiempo sentado
en una mesa, con una pequeña luz, siempre
estudiando y sacando lo más íntimo de los
libros, su esencia, y divulgando sus conocimientos
durante el resto de su vida.

Maestro, que tienes una preparación exquisita
en lo que realmente te apasiona, bien sean
las ciencias, las letras o un arte, resumiendo
diría que vives por y para la cultura, la tuya, la
de tus alumnos y compañeros.

Maestro, que empezaste la docencia con
ilusión, con nervios, a la vez que orgulloso,
por todo el sacrificio que ha supuesto llegar a
donde estás, con ganas de comerte el mundo
y sobre todo con ganas de ser el mejor profesor.


Maestro, ha pasado tiempo y has logrado
muchas metas pero, sobre todo has logrado
llevar a la meta, a muchísimos de tus alumnos.
 
Maestro, has logrado motivarlos cuando flaqueaban,
innovar en tus clases para conseguir
su continua atención, ¡cuántas veces has
intervenido para arreglar sus desavenencias 
o conflictos, conocer a cada uno de ellos, su
personalidad, sus emociones y sus problemas,
y ayudarlos, a veces con tanta discreción
que nadie se ha percatado de ello!

Maestro, ¡qué triste debes sentirte cuando
escuchas que tienes que ganarte a los alumnos,
respetarles, ser tolerante, que debes
imponerte en las clases, que tienes que educarlos,
que tienes que enseñarles a debatir, a
dialogar y a desenvolverse en la vida!, ¡qué
paradoja!.

Maestro, y a ti, ¿quién te respeta?

Maestro, somos incapaces de reconocer la
enorme dificultad que tienes para desarrollar
tu trabajo, hasta donde llega tu rol en la educación
de nuestros hijos, exigiéndote, pero no
exigiéndonos, e incluso, en algunas ocasiones
sin saber ni cuando ni donde empieza nuestra
responsabilidad de padres para con nuestros
hijos, y creo que la base de todo está en nuestra
casa, en la familia, y justo ahí, es donde
debe comenzar todo.

Maestro, veo que estás muy cansado del viaje,
de mantener el barco a flote ante largas 
tormentas sufridas, pero piensa que llevas
contigo a muchos grumetes que están dispuestos
a seguir aprendiendo de ti, y seguirte
por ese camino de la formación, la cultura y
los valores humanos que tu les inculcarás, y
que tanto les aportará en su futuro.

Maestro, sobre todo espero que puedas sentir
y ver en todos los que formamos esta familia,
el agradecimiento y el RESPETO que nunca
se te debió perder.

Maestro…, Docente…, Profesor…, Amigo.

Fuente: Texto sacado de una revista que se publica en el Colegio Lourdes, centro en que yo estudie.


Leyendo este texto me ha motivado a ver como un padre, tiene la visión de maestro. Comprende que la educación no es solo en la escuela sino que tambien es el casa. Que se respeta el papel de maestro. Esto te anima a querer seguir adelante por esos miles de niños que necesitan ser educados.

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